Wakabe no Kaze

Arte de Oriente

Lafcadio Hearn llegó a Japón en una mañana de primavera del año 1890. Desde aquel preciso instante, el país exótico y misterioso que se presentaba ante él cautivó su hasta entonces desarraigado espíritu. El escritor y periodista de origen griego, que se sentía extranjero en todas partes, se vio por fin capaz de formar un hogar, algo que nunca había tenido. Adoptaría un nuevo nombre, Koizumi Yakuno, y se convertiría en uno de los más insignes y respetados analistas de la cultura japonesa.

Como Lafcadio Hearn, muchos de los extranjeros que visitamos Japón nos quedamos maravillados al observar el arte en todas sus manifestaciones: pintura, escultura, arquitectura, etc.

El arte tiene en la cultura japonesa un gran sentido introspectivo y de interrelación entre el hombre y la naturaleza, representada igualmente en los objetos que la envuelven, desde el más ornado y enfático hasta el más simple y cotidiano. Esto se pone de manifiesto en el valor otorgado a la imperfección, al carácter efímero de las cosas, al sentido emocional que el japonés establece con su entorno. Para los japoneses, la paz y la armonía están asociadas a la calidez y la comodidad, cualidades a su vez que son fiel reflejo de su concepto de la belleza. Incluso a la hora de comer, no importa la cantidad de alimentos o su presentación, sino la percepción sensorial de la comida y el sentido estético que otorgan a cualquier acto. De igual manera, los artistas y artesanos japoneses tienen un elevado grado de vinculación con su obra, sintiendo los materiales como parte esencial de su vida y de su comunicación con el ambiente que les rodea.


La pagoda


La palabra "pagoda" ha existido desde el siglo I, pero las construcciones existen desde la muerte de Sakyamuni (o Buda), desde aproximadamente 400 a 500 años antes. Buda fue una figura religiosa cuyas enseñanzas formaron las bases de la tradición budista y, de acuerdo con sus escrituras, sus restos cremados incluyen perlas cristalizadas irrompibles, que se conocen como "sarira" ("reliquias budistas"), y eran sus huesos y dientes. Estas reliquias se consideraron lo suficientemente importantes como para alojarlas en una tumba especial: una pagoda. A medida que pasaron los siglos, otros monjes budistas importantes también han tenido sus restos en estas pagodas. La palabra "pagoda", en sánscrito, significa "tumba".

Fudô Myô

Deidad protectora

  • Deidad central de todas las agrupaciones de los Myo-Ô. Cuando se representa en grupo, siempre se sitúa en el centro de ellos. Fudô ("El inamovible") es el principal transmisor de las enseñanzas de Dainichi Nyorai para todos los seres sensibles y tiene el poder de transformar la cólera en serenidad y salvación. Casi siempre se le representa con rostro iracundo y deslumbrante para asustar a los espíritus malignos y alejarlos del practicante en su búsqueda de la vía.
  • En su mano derecha, Fudô porta la "Kurikara" (la espada de la sabiduría que corta los velos de la ignorancia, y ahuyenta a los demonios). En la mano izquierda sujeta una cuerda destinada a atar la mente juguetona, las pasiones y las emociones, y a mantener todas estas manifestaciones dentro de los cauces de la vía que habrá de llevar al practicante al despertar.

    A pesar de estas manifestaciones iracundas y aparentemente violentas, la naturaleza de Fudô es esencialmente compasiva y lo expresa a través de su voto de estar al servicio de todos los seres para toda la eternidad y hasta el fin de los tiempos. Así muestra su espíritu de servicio con la manera de llevar el pelo, anudado al estilo de un criado. Los cabellos se muestran atados con siete nudos y cayendo sobre el lado izquierdo

    Fudô presenta a menudo un tercer ojo en la frente, el ojo de la sabiduría que ve las cosas tal y como son. En muchas ocasiones se le representa sentado en una roca, representando su estado de inmovilidad, de imperturbabilidad y de quietud mientras navega por el océano de la impermanencia, así como lo inquebrantable de su determinación.

    En muchas ocasiones, Fudô aparece con el ojo izquierdo cerrado y con los dientes mordiendo el labio superior, o bien con dos colmillos que sobresalen de los labios, uno apuntando hacia arriba y otro hacia abajo. El diente superior, que señala hacia abajo, representa su compasión ilimitada hacia los seres sufrientes. Este diente señala a la Tierra, al mundo material, al mundo de la forma. El diente inferior apunta hacia arriba, hacia el Cielo, el vasto mundo ilimitado de la no-forma, y representa la aspiración natural de todos los seres a unificarse con la divinidad.

    Esto representa el principio de la búsqueda religiosa, el despertar de Bodaishin, y la vuelta compasiva al “"Mercado del Pueblo"” para ayudar a todos los seres vivientes.

    En casi todas las representaciones Fudô aparece envuelto en una aureola de llamaradas que queman y disuelven los deseos. Como guardián del fuego, Fudô Myô -Ô suele ser la figura central en el ritual popular japonés conocido como Goma.

    Sintoísmo

    Veneración a los kami

    Hombu Dojo Japón
    Hombu Dojo Japón
    Sakuragi Jinja
    Sakuragi Jinja
    Los kami son espíritus que pueden encontrarse en la naturaleza o en niveles superiores de existencia. Este término, que constituye el concepto central del culto, llegó a aplicarse a cualquier fuerza sobrenatural o dios, como los dioses de la naturaleza, hombres sobresalientes, antepasados deificados o hasta "deidades que representan ciertos ideales o simbolizan un poder abstracto". Aunque el término Yaoyorozu-nokami significa literalmente "ocho millones de dioses", se utiliza para referirse a "muchos dioses", pues la cantidad de deidades de la religión sintoísta aumenta constantemente. Los japoneses, como hijos de los espíritus o kami, tienen ante todo una naturaleza divina. Por consiguiente, de lo que se trata es de vivir en armonía con los kami (神) y, así, uno podrá disfrutar de su protección y aprobación. También es importante señalar la existencia de fantasmas japoneses y otros seres mitológicos en su panteón, denominados "tengu".


    El sintoísmo no posee una deidad única ni predominante, ni reglas establecidas para la oración, aunque sí cuenta con narraciones míticas que explican el origen del mundo y de la humanidad, templos y festivales religiosos a los que acuden millares de personas en fechas señaladas. Aunque el sintoísmo no se basa en dogmas o en una teología compleja, a los japoneses les ha dado un código de valores prácticos, ha moldeado sus comportamientos y ha determinado su forma de pensar. Existen templos donde se puede adorar a las diferentes deidades cuando se siente la necesidad de hacerlo.

    El sintoísmo fue utilizado como ideología legitimizante durante la fase militar de la historia japonesa reciente, es decir, como base de la divinidad y superioridad del pueblo japonés, y fue considerado la religión del Estado hasta 1945.

    Bujinkan Ubaldo Dojo |2016 | Bienvenido al Budo
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